miércoles, 6 de junio de 2012

Niccolò dell'Arca





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Niccolò dell'Arca ( c. 1435 - Bolonia, 1494 ), conocido también como Niccolò d'Antonio d'Apulia o Niccolò da Bari, fue un escultor italiano activo en Bolonia, una de las figuras de la escultura de la Italia septentrional del siglo XV.

En los documentos más antiguos se le encuentra citado como de Apulia, lo que hace pensar en una procedencia meridional ( el término Apulia en la época designaba todo el Reino de Nápoles ), y tal vez visitara Nápoles ( donde habría podido conocer al catalán Guillem Sagrera ) o Francia ( donde habría podido estar en contacto con las obras del borgoñón Claus Sluter ), antes de establecerse en Bolonia hacia 1460. Allí recibió algunos encargos, entre ellos algunos artesones de las ventanas del lado este de la Basílica de San Petronio. Un documento lo menciona en 1462 como arrendatario de un taller en las cercanías de San Petronio y maestro en figuras de terracota. Niccolò dell'arca murió en 1494 y descansa en la Iglesia de San Giovanni Battista dei Celestini, Bolonia.



El Llanto sobre Cristo muerto

Increible! una auténtica maravilla.




En Bolonia, en la Iglesia de Santa Maria della Vita, se encuentra un grupo escultórico que llama la atención y destaca por la violenta expresividad y la audacia formal con que se representa el dolor por la muerte de Cristo. Se trata del “Compianto sul Cristo morto” ( Llanto sobre Cristo muerto ), de Niccoló dell’Arca.



Es un trabajo con siete figuras de tamaño natural en terracota con restos de policromía, de la cual no se conoce ni la fecha ( entre 1463 y 1490 ) ni la exacta disposición de cada figura. El dramatismo de algunas de estas piezas es extraordinario, sin par en la cultura italiana del momento, al menos en las obras conocidas, lo cual ha dirigido la atención hacia las fuentes de las que Niccolò habría bebido: seguramente, la escultura de Borgoña, también el Humanismo gótico del otro lado de los Alpes y la novedad dramática del último Donatello.



En el conjunto escultórico, mientras que los hombres (José de Arimatea y San Juan) muestran un dolor contenido, las cuatro mujeres (María Salomé, la Virgen, María de Cleofás y María Magdalena), especialmente estas dos últimas, muestran su horror sin paliativos.



El Llanto es sin duda una obra sin precedentes y comparaciones en el panorama de la escultura italiana del siglo XV. Su estilo y su feroz fuerza expresiva no tiene rival y supone un conocimiento importante y amplio obtenido en diferentes ambientes culturales. 


Los gestos crispados e histéricos, las manos engarfiadas, las bocas abiertas en grito, los pliegues de los vestidos, todo muestra la magnitud de su angustia. Su realismo resulta impactante; como “grito de piedra” lo definió Gabriele D’Annunzio.



Son las pasiones humanas, posturas dinámicamente desglosadas, mímicas exasperadas, parece escucharse  el clamor de los gritos, y una pregunta sin respuesta. Pero también un ritual llorando, postura gesticulante, mímica contraida, posturas que liberan su desesperación. 



Representadas con prendas que parecen desordenados por un viento fuerte, el dolor aparece en los  rostros deformes, gritos en bocas abiertas, manos que buscan refugio de tanto horror. 


Juan es retratado con la cara de lamento en un grito silencioso, mantiene su barbilla con la palma de su mano y parece preguntarse por qué esta muerte. 


Al final la mayoría de los historiadores coinciden con una fecha que oscila entre 1463 y 1490. Durante mucho tiempo se ha acogido a todo el grupo en la Pinacoteca Nazionale di Bologna, y a continuación, en la década de los noventa del siglo pasado, se llevó a su ubicación original, en la Iglesia de Santa María della Vita.



Los gestos de Maria se asemejan a los de llanto, que pueden también haber sido observados por el escultor durante los rituales funerarios en su patria. La Virgen ha doblado las manos y su rostro está deformado por un llanto incontrolable. Es como si Niccolò dell'arca hubiese cerrado en una sola imagen el más intenso climax de un drama, el súmmum de una tragedia, que implica inevitablemente al que la mire.



María Salomé

La imaginería religiosa nos tiene acostumbrados a representar las escenas y el dolor de la pasión de Cristo con figuras doloridas, pero que mantienen una serenidad y una estética impregnada de dulzura y de armonía en su figuración plástica. Las imágenes de Cristo,  de la Virgen, de San Juan, de María Magdalena, se presentan idealizadas, sin desgarro. Es por ese contraste, al tiempo que por su valor artístico, que al viajero curioso le llama especialmente la atención el grupo escultórico que comentamos, que merece la pena visitar en un recorrido por Bolonia.



La Virgen madre ( en sus diversas advocaciones, con los apelativos de Dolorosa, de las Angustias, de la Piedad, de la Amargura, de la Soledad ) aparece triste y sufriente pero siempre bella, con majestuosidad y ricos ropajes. Incluso sus lágrimas son de cristal o de perlas en la imaginería popular.



José de Arimatea



A la izquierda, no escapa al escenario, vestido de estilo renacentista, es el cliente? como José de Arimatea que mira directamente al observador con una actitud curiosa.Todo el dolor y toda la escena entera está dominada por las figuras femeninas que, en su fuerza expresiva y la furia de las poses, hay reminisciencia de la labor del ferrarés Ercole de ' Roberti, con el cual, Niccolo probablemente tuvo contacto, al menos indirectamente. 



En el medio se coloca al Cristo muerto, con la cabeza apoyada sobre una almohada.Todo lo que le rodea son otras figuras. Sin embargo, las mujeres tienen mayor prominencia a ser los protagonistas indiscutibles de la obra. Atrapadas en un estado trepidante, expresan un sufrimiento indecible, que no encuentra consuelo. 



Parece que un referente inmediato fueron algunas pinturas perdidas del ferrarés Ercole de' Roberti ( llamado Ercole Ferrarese ), en la Capilla Garganelli de la Catedral de San Pedro de Bolonia. Esta obra, sin embargo, no tuvo una influencia significativa en la escuela emiliana de la época: su furiosa fuerza expresiva fue rápidamente amortiguada por los difundidísimos llantos del modenense Guido Mazzoni, de tonos más sosegados que miran a la cultura umbro-florentina.



La iglesia de Santa María Della Vita está situada en la Vía Clavature, número 10, muy cerca de la plaza Mayor de Bolonia. Es el más importante ejemplo del barroco boloñés, enclavada entre las edificaciones limítrofes y cuya cúpula asoma sobre los tejados. El grupo escultórico está situado al fondo de la iglesia, en un espacio a la derecha del altar mayor.



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