domingo, 3 de junio de 2012

Juan de Juni





Juan de Juni ( Jean de Joigny, Francia, 1506 – Valladolid, 10 de abril de 1577) fue un escultor franco-español.

Junto con Alonso Berruguete, Juni formó la gran escuela de la escultura castellana, con una gran y extensa obra realizada mayormente en los más de treinta años que permaneció en Valladolid. Presentó un gran dominio en los materiales escultóricos como el barro cocido, la piedra y la madera y un perfecto conocimiento de la anatomía humana.

Su oficio fue el de escultor, también denominado como "maestro de hacer imágenes" o como entallador que por misión tenía el hacer los elementos decorativos de fachadas, portadas o retablos, así también se dedicó a la construcción y al montaje de la arquitectura de los retablos a quienes se les llamaba ensamblador y como prueba de su oficio de arquitectura se sabe que realizó en el año 1565, en Valladolid, el Arco para recibir a la reina Isabel de Valois, conservándose aún el diseño de dicha obra.




JUICIO CONTRA UN MONJE HEREJE O LA QUEMA DE LIBROS DE SAN GREGORIO MAGNO
Juan de Juni, hacia 1540, taller de León - Madera de nogal - Museo de León, León
Escultura del Renacimiento en España. Manierismo






Entre los años 1537 y 1543 el escultor estuvo ocupado en León en la talla del atípico relieve "Juicio contra un monje hereje", una obra de la que se desconoce su verdadero destino, posiblemente el mismo convento de San Marcos, y que constituye una obra maestra de la escultura renacentista española.

En el se aprecia un grupo de virulentos personajes entregados a la quema de libros, el dedo acusador indicando la hoguera y un monje entre aterrado y contrito. En estos episodios se muestra el hecho desafortunado de la quema de libros o se manifiesta la actuación implacable del tribunal de la Santa Inquisición, como lo refleja tan certeramente Miguel Delibes en su novela "El hereje", ambientada en aquel tiempo en Valladolid.

El centro está ocupado por cinco personajes que se afanan en recoger libros y arrojarlos con vehemencia a la hoguera. Están liderados por un personaje colocado de pie, situado a la derecha, con el cuerpo de frente y el rostro ladeado, que parece ejercer la acusación. En lo alto aparece un relator con un libro abierto en el que encuentra motivos para formular una sentencia, a juzgar por el dedo que señala la hoguera.






En la parte izquierda están sentados los cinco defensores con gestos de duda y abatimiento. Mantienen un diálogo por parejas, mientras uno de ellos se ha levantado y acerca con resignación un libro al fuego. El que está sentado en primer plano señala con su dedo al relator que ocupa el púlpito, gesto que repite el jurista que ocupa el ábside señalando al acusado, un monje que implora el perdón arrodillado en la escalera y que con los ojos clavados en la hoguera parece vaticinar su triste futuro.






El altorrelieve ha recibido distintas interpretaciones. Una de ellas la relaciona con "La quema de libros de san Gregorio Magno", un episodio referido a este papa y Doctor de la Iglesia. La historia aparece recogida en "La leyenda dorada" de Santiago de la Vorágine, una compilación sobre vidas de santos realizada a mediados del siglo XIII. Allí se narra que, tras la muerte del papa y durante un periodo de hambruna, los enemigos de san Gregorio le acusaron de no haber administrado correctamente los bienes de la iglesia durante su pontificado, campaña difamatoria que dio lugar a una protesta de la multitud, que comenzó a quemar los libros escritos por el pontífice. 




Todos los componentes de este relato están presentados de forma magistral, tanto por la nítida composición como por la gesticulación calculada de cada personaje, de modo que los audaces escorzos, los tipos minuciosamente descritos y la agitación de los hábitos de los religiosos, crean una densa atmósfera donde todos son arrebatados por la polémica, creando a través de curvas y contracurvas logrados efectos de claroscuro que, a modo de llamaradas, contrastan con las formas planas y puras de la arquitectura. 

En esta obra maestra ya están presentes las características de quien se convertiría en uno de los mejores maestros de su tiempo, como el trabajo individualizado de las cabezas, el lenguaje expresivo de las manos, la indumentaria a base de originales prendas superpuestas envolviendo los cuerpos de forma voluminosa, el uso de broches, los anudamientos minuciosos, los pliegues redondeados recordando el blando modelado del barro y las potentes anatomías de inspiración miguelangelesca. 






Diseñado el escenario en el que ubicar a los personajes, Juni se recrea en detalles descriptivos de la arquitectura, con un gran pavimento despejado, en cuyo centro se levanta un pequeño basamento, dos gradas enfrentadas y presididas por pequeños ábsides y huecos para librerías bajo los asientos, destinadas a los grupos de acusación y defensa. Los ángulos y los muros se refuerzan con pilastras adosadas sobre las que reposan cornisas con molduras que sirven de apoyo a los artesonados, destacando una tribuna al fondo, en la que sobresale un púlpito flanqueado por dos columnas dórico-toscanas, a la que se accede por una escalera situada a la izquierda. Todos estos elementos constituyen un testimonio de las salas en que se celebraban las herméticas sesiones contra los herejes. 




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